Yo no escucho lo que dicen las lenguas de vecindonas porque de sobra yo se por quien esta su persona. Cinco luceros azules alumbran cinco farolas desde su casa a mi casa, desde su boca a mi boca. Cinco anitos que le quiero, cinco anitos que me adora, la mala gente que sabe que sabe de nuestras cosas. Si yo se que me quiere, como le quiero, a que darle tres cuartos al pregonero desde su puerta misma hasta su puerta la vereita verde no cria yerba, no cria yerba. Yo no quiero ni saberlo, vecina, cierre la boca y no me venga a decir que el va a casarse con otra. Los cinco anitos cabales queriendole hora tras hora son un cordel en mi cuello que la garganta me ahoga. Con carbones encendios, que le quemen esa boca al que juro tantas veces que estaba por mi persona. Se apagaron las cinco, cinco farolas, pa' que nadie me vea llorando a solas. Ay, que penita madre! madre, que pena! La vereita verde, cuaja de yerba, cuaja de yerba.