Viento que vino del sur, fue su ardor de muchacha, polen moreno en la piel, y en su voz la fragancia. Trajo el aroma feliz, de la flor de su patio, ganas de verse y vivir, develaban sus manos. Se que un poeta la amó, y la puso en su canto, y que su canto lloró, cuando la vio partir, de Buenos Aires morena, ojos de llanto y milagro, fragua de besos que entregan, sus labios quemando. Cuando regresa hacia el sur, ni los besos le alcanzan, relampaguea de amor, y el adiós la desangra, hay que robarla del sur, y a la vida llevarla, darle a la noche la luz, de su risa robada. Se que un poeta tembló, cuando pudo encontrarla, Ella a sus brazos volvió, Por caminos del sur, de Buenos Aires morena, hay que robarla cantando, pájaros ebrios y estrellas la vienen llamando, y las cigarras del viento le cuelgan su canto.